2 de agosto de 2017

Lecturas Invernales

Las vacaciones de invierno pasaron volando, aunque el clima no parece haberse dado cuenta y el frío persiste. En esta entrada, voy a reseñar los libros que me ayudaron a transitar placenteramente los días de viento y lluvia a los que nos tiene acostumbrados esta parte del año. Tras una selección bastante consciente, debo aclarar que todas son novelas de lectura rápida, nada de filosofía ni monólogos existencialistas por este receso. Algo que me sorprendió al escribir esta reseña es que hay un título que desmiente la temática "invernal" de la presente entrada, ya que hace referencia a una estación más cálida y florida. Esa paradoja no fue premeditada.


Editorial: Impedimenta
Año 2011
272 páginas

El primer título que me gustaría recomendarles es El inicio de la primavera (1988), de Penelope Fitzgerald (1916-2000). Esta es la primera vez que leo a la autora y puedo afirmar que continuaré indagando en su extensa producción. En un primer momento, me sorprendió lo familiar que me resultaba su registro: tiene la capacidad de dotar de magia instantes fugaces de lo cotidiano. Nada es lo que parece, los personajes tienen decenas de pliegues y la voz narrativa no se queda atrás. Todo ello no les parecerá extraño si les cuento la gran admiración que sentía la autora por la querida Austen.
El argumento nos sitúa en 1913, cuando la exótica Moscú se prepara para la llegada de la primavera, tras un blanco letargo invernal. En el transcurso de este renacer de la naturaleza, Frank Reid, un impresor británico-soviético, es abandonado por su esposa de forma sorpresiva. Si bien, en un primer momento, Nellie se lleva con ella a sus pequeños hijos: Dolly, Ben y Annushka; se arrepiente y los abandona en una estación de tren. 
A partir de ese instante, Frank tendrá que tomar varias decisiones para que su familia logre sobrellevar esa carencia transitoria. Entre ellas, elegir a la persona que se hará cargo del cuidado de sus peculiares hijos durante la ausencia de Nellie. Gracias a su amigo y consejero, Selwyn Crane, dará con Lisa, una muchacha que supera todas sus expectativas y le muestra lo que podría ser. La narración nos ofrece retazos de lo que ocurre, pero solo al final podemos explicitar los que no nos animábamos a adivinar. Simplemente perfecta.

Editorial: Planeta
Año 2013
464 páginas
La segunda novela que leí estas vacaciones fue La librería de los finales felices (2014), de Katarina Bivald (Estocolmo, 1983). La propia portada del libro nos anticipa que estamos frente a una lectura de tipo pasatista, así que no tenía altas expectativas. Creo que lo que me convenció de leerla es el hecho de que la protagonista sea una librería con decenas de libros, sobre todo, se hace referencia a los clásicos de la literatura norteamericana: Mark Twain, Harper Lee, Louisa May Alcott, entre otros. 
La historia se centra en Sara, una turista sueca, que viaja a un pueblo perdido y semi deshabitado de Iowa, con el objetivo de encontrarse con la anciana que ha sido su amiga por correspondencia durante dos años, Amy. Sin embargo, al llegar descubre que, en el transcurso de su viaje, su amiga ha muerto y la ha dejado a ella en su lugar: su biblioteca, su casa, sus allegados. La forma que hallará Sara para lograr ser aceptada durante los dos meses que durará su estadía es abrir una librería. Para eso, hará uso de los libros que dejó la amiga a la que no conoció más que por sus cartas, las cuales se van intercalando a medida que avanza la narración. Poco a poco irá ganando corazones y haciéndose indispensable en esa pequeña comunidad.
Hacia el final, la historia decae estrepitosamente y comienza a repetir tópicos de la novela chick-lit. Necesité una gran fuerza de voluntad para terminarla, incluso tuve que saltearme un par de páginas ;(

Editorial: Bóveda
Año: 2016
560 páginas
Para finalizar, comentaré El jardín de Dachau (2012), de Ellen Marie Wiseman (Nueva York). Se trata de una novela que relata los días de la ocupación nazi en un pequeño pueblo alemán desde el punto de vista de Christine Boltz, una adolescente enamorada de un joven judío, Isaac Bauerman. Cuando leí la sinopsis de este libro, me dije que el drama estaba servido y que seguramente la autora caería en decenas de lugares comunes: las descripciones descarnadas, uno que otro anacronismo y los sucesos inverosímiles. Debo decir que no me defraudó en este aspecto. De todas formas, tengo interés por conocer más acerca de esta parte oscura de la historia, así que suelo devorarme todo lo que cae en mis manos. 
Entre varios desaciertos, destaco el hecho de que la autora les de voz a aquellas familias alemanas que, sin haber apoyado al régimen nazi ni haber estado nunca de acuerdo con sus estrambóticas ideas, se transformaron en los títeres de un loco. Cuando la realidad ya no existe tal y como la conocieron, solo queda el apego a la vida y la necesidad de aferrarse a ella con todas sus fuerzas. Para recrear ese momento histórico, la autora cuenta con el testimonio de su madre y sus abuelos de origen alemán. Creo que, en este sentido, vale la pena darle una oportunidad. 

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